(Colaboración del biólogo Jose Luis Sánchez)
No somos hijos de los dioses. No, no lo somos. Y si lo fuéramos habría que preguntarse de cuáles; de los dioses egipcios, de los griegos, del musulmán, del cristiano o de alguno de las miles de tribus africanas. El ser humano, junto con el resto de los animales, es producto de un proceso evolutivo que se inició hace ya algunos millones de años. La teoría de la evolución por selección natural es probablemente el avance científico más importante que haya habido, y que habrá. Nos descubre lo que somos y de dónde venimos. Es una pena que en los colegios no se le de la importancia que tiene, y que incluso en algunos esté prohibido hablar de ello, sin duda por chocar de plano con las ideas religiosas. Ya en su día, el propio Darwin fue el centro de risas y burlas, la fotografía de su rostro salía en todos los periódicos, superpuesta en el cuerpo de un chimpancé. Si venimos del mono, decían, ¿dónde está el eslabón perdido?