18 Ago 2009

El filósofo y el lobo

Por Fabiola

Tuve la fortuna de recibir de regalo el libro "El Filósofo y el Lobo" de Mark Rowlands. En él, el autor, que es un profesor universitario de filosofía, narra su vida y los cambios que experimentó en ella durante los 11 años que vivió con Brenin, un lobo. No un perro lobo ni un malamute: un lobo. Ambos aparecen en la foto.

Rowlands crió a Brenin desde cachorro y lo llevaba consigo a dictar clases a la universidad... en una de sus anécdotas, narra: "Al cabo de unas semanas Brenin empezó a disfrutar de una sesión de aullidos postsiesta a mitad de clase, posiblemente para hacer constar su insatisfacción con el curso de la clase. Una ojeada a los estudiantes bastó para confirmar que sabían exactamente de qué hablaba Brenin. Otras veces decidía estirar las patas y recorría los pasillos arriba y abajo, olisqueando aquí y allá. Un día en que se sentía especialmente audaz o hambriento, o ambas cosas, vi que su cabeza desaparecía en la mochila de una alumna para salir a los pocos segundos con el almuerzo de la chica..." (Sigue)

En este relato maravilloso, el autor pone en perspectiva la visión que la filosofía y la gente tiene de sí misma y de los animales: el amor, la amistad, la relación entre especies, la domesticación y la educación, la virtud, la justicia, la felicidad, la maldad.

Rowlands profundiza en nuestro ser humano acercándonos un poco más a la animalidad que hemos negado en nosotros mismos: "a veces es necesario dejar hablar al lobo que hay en nosotros, silenciar la cháchara incesante del simio. Este libro supone un intento de hablar por el lobo de la única manera que sé."

Sobra decir que quise hablar del libro, en pocas palabras, para incitarlos a su lectura. Aquí dejo algunas frases sueltas, a ver si les pica la curiosidad por conocer la hermosa, conmovedora y única historia de Mark y su lobo:

  • "Los lobos pueden hablar. Y, lo que es más, nosotros podemos entenderlos. Lo que no pueden hacer es mentir, y por eso no tienen cabida en una sociedad civilizada. Un lobo no puede mentirnos, ni tampoco un perro. Por eso nos creemos mejores que ellos."
  • "Un lobo perdonará y olvidará deprisa, pero un simio obra con premeditación y no se aplaca tan fácilmente. El simio es despiadado con sus semejantes de un modo que el lobo no lo es ni podrá serlo nunca."
  • "De nuevo habíamos salido a correr... Dejamos atrás el parque Lee Valley y nos dirigimos hacia los pastos de vacas que flanqueaban el río. La mayoría de la gente cree que las vacas son criaturas imperturbables y torpes, que se pasan la vida quietas mascando y observando. Brenin y yo sabíamos que no era así. A veces, cuando el sol es el adecuado y el viento lleva consigo la promesa del verano, las vacas olvidan lo que son -en lo que les han convertido diez milenios de cría selectiva- y bailan y cantan para celebrar lo que significa estar vivas un día así."
  • "Si no podemos juzgar a otros animales -si la idea de que somos objetivamente mejores que ellos carece de un sentido coherente-, siempre podemos admirarlos. Y nuestra admiración vendrá determinada y guiada por la certeza, por sombría que sea, de que ellos tienen algo de lo que nosotros carecemos. A menudo lo que más admiramos en otros es aquello de lo que carecemos. Así que ¿de qué carecía este simio para admirar de tal modo al lobo que corría a su lado? Había una belleza que me era imposible emular. El lobo es arte en su manifestación más elevada, y no se puede estar en su presencia sin que ello le levante a uno el ánimo. Estuviera del humor que estuviese cuando empezábamos nuestra carrera diaria, ser testigo de esa belleza silente, fluida, me hacía sentir mejor. Me hacía sentir vivo. Y, lo que es más importante, cuesta estar junto a una belleza así sin querer parecerse a ella."

Sin más que decir: lean este libro maravilloso. Les cambiará la percepción sobre sí mismos, sobre el mundo, sobre los animales, y sin lugar a dudas te darán ganas de ser mejor simio, mejor persona. 

Fuente imágenes: Sydney Morning Herald, Las Provincias.