18 Mayo 2006

Xenotransplantes: de animales a humanos

Por Fabiola
Los xenotransplantes son transplantes de órganos y tejidos desde un animal donante (generalmente primates y cerdos) a un humano receptor. Esta técnica biomédica se esgrime como una importante fuente de órganos (corazones, pulmones, riñones, hígados) y tejidos para los pacientes que año a año, mueren en la espera de un transplante que promete alargar su vida. Sin embargo, una serie de problemáticas médicas y éticas replantean la situación de los xenotransplantes en la biomedicina. En la década de 1960, la biomedicina y la cirugía comienzan una senda de sistemático aprendizaje en el área de transplantes. En esta década, corazones de chimpancé y riñones de babuino fueron transplantados a 18 pacientes, quienes sobrevivieron a la operación y murieron luego entre el primero y el noveno mes posterior al transplante. Esta tendencia se ha mantenido hasta nuestros días, y de todas las personas que han recibido transplantes de órganos animales, si bien la sobrevida ha ido en sistemático aumento (según la RDS -Research Defense Society- un 90% de los transplantados de hígado sobrevive un año, y tres cuartos de ellos 5 años con su nuevo órgano), ninguno de estos pacientes ha sobrevivido para morir por una causa no asociada al órgano transplantado.

Ventajas de los xenotransplantes

La principal ventaja argumentada por los médicos es el uso de animales como reservorios orgánicos para los seres humanos. La desigualdad numérica entre pacientes que necesitan órganos versus los donantes reales es un problema mundial. En estos casos, la existencia de una gran cantidad de órganos animales disponibles, teóricamente salvaría la vida de las personas que necesitan los órganos. Además, contar con animales especialmente diseñados ha sido una de las principales motivaciones de la investigación en xenotransplantes. Para probar la eficacia y eficiencia de órganos entre especies se han realizado transplantes inter-especies (de perros a gatos, de ratas a aves, etc.) Luego de estos primeros transplantes experimentales, hoy primates y cerdos son los principales animales donantes: los primates por su cercanía genética con el hombre; los cerdos por la similitud fisiológica de los órganos.

Problemas de los xenotransplantes

Existen varios obstáculos para los xenotransplantes, pero los principales son los económicos, médicos y éticos. Primero, económicamente los xenotransplantes son caros porque el costo de producir-mantener animales donantes es más alto que los beneficios reales. Según Alan H. Berger, director del Animal Protection Institute:
Con los xenotransplantes los costos son más altos, la tasa de éxito es cero, los seguros de salud no cubren estas eventualidades y los beneficios de la cirugía llegan a muy pocas personas. Usando en ella los limitados recursos de la salud pública, lo mejor que se podría hacer con ese dinero es potenciar la medicina preventiva de enfermedades y la donación de órganos humanos.
Siguiendo este razonamiento, la tasa de éxito de las intervenciones es baja principalmente porque el cuerpo rechaza un órgano que no es humano. Según la Science and Society, el éxito de la técnica más usual en los xenotransplantes va del 1 al 5% de pacientes operados. Luego, la mayoría de los pacientes muere por el rechazo del órgano transplantado. Esto se asocia estrechamente a otro riesgo de los xenotransplantes: la transmisión al receptor del órgano de virus y enfermedades propias del animal donante (la conocida como xenozoonosis). Para la Campaña por el Transplante Responsable, la transmisión de virus como herpes o ébola -asociados a primates- tendrían una consecuencia fatal no sólo para el paciente transplantado, sino que también implican un serio riesgo de salud pública. Para salvaguardar esta situación, se han creado cerdos transgénicos (a los que se les implanta un gen humano) para evitar el rechazo del órgano y hacerlo compatible inmunológicamente a los seres humanos. Sin embargo, el problema médico de infecciones y virus aún persiste. De hecho, enfermedades originalmente animales han pasado por vía viral a los seres humanos, causando estragos en la población inmunológicamente normal (como la influenza asiática, herpes y retrovirus como el HIV/VIH); por lo que es casi seguro que cualquier virus que pase del animal donante al receptor, no solamente tendría fatales consecuencias para éste, sino que eventualmente también para el resto de la sociedad.

Perspectiva ética

Éticamente, el problema de considerar a los animales como reservorio de órganos humanos tiene importantes consecuencias. Detrás de los xenotransplantes está la vieja idea de que el hombre es el centro de la creación, lo que le permite usar y abusar de la naturaleza, modificándola a su antojo. Por otro lado, la cultura occidental -como he dicho en varios artículos al respecto- está fundada en una base de uso de los animales como "recursos" de la naturaleza que sólo son medios para nuestros fines. Desde esta óptica, es perfectamente defendible -e incluso, éticamente loable- criar animales para dar órganos a las personas. Pero, ejerciendo de abogado del diablo: ¿no es mejor impulsar la donación de órganos entre las personas para evitar todo el sufrimiento que significa crear animales -y mantenerlos- en condiciones inmunológicamente estables, en laboratorios o estabularios totalmente desadaptados para lo que la vida normal de un animal requiere? Además, propiciar la donación de órganos entre personas: ¿no salvaguarda también los intereses de terceros, protegiendonos como sociedades de posibles brotes víricos de enfermedades para las que hoy no tenemos cura? Está claro que la panacea no existe: los enfermos que necesitan órganos para vivir corren el riesgo de rechazo del órgano o de infecciones y enfermedades aún si el órgano que reciben es humano. Lo que sí está claro, es que una opción más ética para enfrentar nuestra salud pública, pasa necesariamente por una potenciación de la donación voluntaria de órganos. Una sociedad generosa y éticamente sana requiere considerar a otros como agentes morales: no solamente a nosotros los humanos, sino también debemos considerar el sufrimiento de los animales. Estos motivos éticos, más los económicos y sanitarios, los resume muy bien Steven Ragland, ex-director de Investigación del Comité de Médicos por la Medicina Responsable:
Los xenotransplantes son riesgosos y caros. No tienen tratamientos y los experimentos han fallado universalmente. No sirven para la salud pública, al contrario, exponen a la población al innecesario riesgo de enfermedades virales desconocidas y potencialmente peligrosas.
Fuentes: Animal Concerns, Wikipedia, Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, Uncaged Campaigns(Contra la Vivisección), Comité de Médicos por la Medicina Responsable, Unión Británica para la Abolición de la Vivisección, Science and Society, Campaña por el Transplante Responsable. Fuente fotografía: Animal Protection Institute.