Ganadería: una amenaza para el medio ambiente
Por FabiolaLa ganadería genera más emisiones de dióxido de carbono que la industria del transporte. El reporte de la FAO "Livestock Long Shadow" del año 2006 señala además que la ganadería no sólo contamina el aire, sino también la tierra y los depósitos de agua subterránea. Con la mayor prosperidad y la asunción de valores occidentales en todo el mundo, las personas consumen más carne y más lácteos que nunca en la historia. Por esto, la ganadería requiere de urgentes medidas para frenar las emisiones de CO2 al medio ambiente, y el reporte de la FAO aconseja algunas medidas técnicas que perpetuarán el problema, de no cambiar la población algunos hábitos de consumo.
La producción mundial de carne se estima en unos 229 millones de toneladas. De seguir el ritmo de consumo actual, esta cifra se verá duplicada a 465 millones de toneladas en 2050, mientras que los lácteos subirán desde los 580 a las 1043 millones de toneladas en el mismo lapso.
La ganadería es el sector agrícola de mayor crecimiento. Pero el costo del crecimiento y el desarrollo e industrialización de la ganadería lo paga el medio ambiente, pues según Christopher Matthews, de la FAO:
"los costos medio ambientales por producir una unidad de ganado (un animal) debería ser reducido a la mitad, sólo para evitar el empeoramiento de los niveles actuales de contaminación."
En el estudio "Livestock Long Shadow" se incluyeron las emisiones por uso de la tierra y cultivos, con los que el sector ganadero produce un 9% del CO2 derivado de las actividades humanas, pero además genera un porcentaje mucho mayor de otros gases de efecto invernadero: 65% de óxido nitroso, un 37% de toda la producción de gas metano, y un 64% de amoníaco, que contribuye a la acidificación de la lluvia. Todos estos gases son producto del estiércol, los desechos y los gases intestinales de los animales.
Por otra parte, la crianza de ganado actualmente usa un 30% de la superficie del planeta, que representa mayormente las praderas naturales, pero también incluye un 33% de la superficie cultivable, que se utiliza sólo para producir grano que alimentará directamente al ganado -e indirectamente a los seres humanos. En algunos sectores del planeta (como el Amazonas), se está transformando la selva en terrenos arables, por lo que la crianza de ganado contribuye además a la deforestación. Sólo en el Amazonas, un 70% del terreno se ha transformado en pradera para alimentación de ganado.
Tierra y agua
Al mismo tempo, los rebaños causan una gran degradación de la tierra, y cerca del 20% de pastizales están inutilizables por el sobrepastoreo, la compactación y erosión de la tierra. Esto empeora en las tierras más secas, donde inapropiadas políticas y el mal manejo del ganado contribuye a la desertificación.
Además, otra amenaza de la ganadería para el agua es que contribuye a su polución, eutrofización y degeneración de los arrecifes de coral. Los mayores agentes contaminantes del agua son los desechos animales (estiércol y orines), antibióticos y hormonas, los químicos para el teñido y curtido de los cueros, y los fertilizantes y pesticidas usados para pulverizar los campos de cereal y grano.
El sobrepastoreo generalizado perturba los ciclos del agua, reduciendo la reposición de agua en las napas superiores e internas de la tierra.
En el estudio también se considera a la ganadería como la principal fuente de contaminación por fósforo y nitrógeno en en el mar del Sur de China, contribuyendo por tanto a la pérdida de biodiversidad en el ecosistema marino.
La producción de carne y leche representa el 20% de la biomasa terrestre. La presencia de ganado en vastas extensiones de tierra y su demanda por alimento contribuye también a la pérdida de biodiversidad: 15 de 24 importantes ecosistemas están seriamente dañados, y la ganadería ha sido identificada como la principal responsable.
Algunas medidas sugeridas por la FAO
El reporte, que ha sido producido con el apoyo de la Iniciativa por la Ganadería, Medio Ambiente y Desarrollo (LEAD, por sus siglas en inglés) propone explícitamente considerar estos costos medio ambientales y sugiere algunas líneas de acción, en términos generales de una mayor planificación del uso del suelo y el agua, y un aumento en la eficiencia de la producción ganadera y de cultivos.
Sin embargo, en las medidas ni siquiera se menciona la alternativa de, al menos, desintensificar los sistemas de producción pecuaria, sino que claramente se habla de "redistribución y desconcentración" de los focos ganaderos. En palabras del informe:
"Los problemas ambientales creados por los sistemas de reproducción industrial no derivan de su gran dimensión, ni de la intensidad de la producción, sino de su ubicación geográfica y concentración".
Con esta visión del problema, se pretende buscar soluciones temporales que permitan manejar los efectos negativos de las explotaciones ganaderas. Soluciones técnicas para continuar con una actividad económica que perjudica a los seres humanos, a los animales y al medio ambiente. Asimismo como la FAO no reconoce como válida la alternativa de disminuir- e idealmente anular- el consumo de carne y lácteos, tampoco la Unión Europea considera la ganadería como uno de los mayores responsables del efecto invernadero. Y se insiste en buscar soluciones técnicas frente a un problema que no es exclusivamente económico, sino también ético: ¿vale la pena destruir parte del planeta por comer un trozo de carne o un vaso de leche? Porque, mientras no se tenga el conocimiento ni la experticia técnica para poder paliar o manejar la contaminación, existe una alternativa mucho más fácil y saludable para todos: dejar de consumir carne. Sin demanda, no hay oferta.
Espero que en la próxima Conferencia de Bienestar Animal de la Unión Europea se hable de este tema, se unifiquen criterios de realidad y que las asociaciones por los derechos animales seamos escuchadas: porque si bien hablamos de un tema económicamente importante, éste no es unidimensional. Que la ganadería contamina, provoca sufrimiento a los animales, y hace un mal uso de la tierra que debiera sembrarse con productos que vayan directamente hacia el consumo humano, es un hecho que no podemos soslayar. No hablar hoy de este tema, insistiendo en su inclusión en la agenda pública y política, sería actuar con supina ignorancia.