21 Ene 2013

Mitos sobre la agricultura industrial

Por Fabiola

Los informes tratando de crear dudas respecto a la agricultura orgánica están, de repente, inundando los medios. Existen dos razones para esto: primero, las personas están hartas del asalto corporativo de los tóxicos y transgénicos. En segundo lugar, las personas recurren a la agricultura orgánica y los alimentos orgánicos como una vía para detener la guerra tóxica contra la tierra y contra nuestros cuerpos.

(Artículo de la Dra. Vandana Shiva "Myths about industrial agriculture", Al-Jazeera 23/09/2012. Traducción de Ecosofía)

En un momento en que la industria ha puesto sus ojos en las superganancias que recogerán de los monopolios de las semillas patentadas, las semillas modificadas con genes tóxicos y los genes para hacer cultivos resistentes a los herbicidas; las personas están buscando la libertad a través de los alimentos orgánicos, no industriales.

La revolución alimentaria es la revolución más grande de nuestros tiempos, y la industria está entrando en pánico. Por eso genera propaganda, siguiendo los pasos de Goebbels: una mentira contada cien veces se convertirá en la verdad. Pero en la alimentación, el tema es diferente.

Somos lo que comemos. Somos nuestros propios barómetros. Nuestras granjas y nuestros cuerpos son nuestros laboratorios, y cada agricultor y cada ciudadano es un científico que sabe bien que la mala agricultura y la mala alimentación perjudican a la tierra y la salud, y que una buena agricultura entrega buenos alimentos, que sanan a la tierra y las personas.

Un ejemplo de los mitos de la agricultura industrial se encuentra en "Los grandes mitos orgánicos" (The Great Organic Myths) de Rob Johnston, publicado en el número 8 (Agosto) del Tribune. En él, argumenta:

"Los alimentos orgánicos no son más sanos ni mejores para el medio ambiente - y están llenos de pesticidas. En tiempos de cambio climático y escasez, estos alimentos son un lujo que el mundo no se puede permitir". 

Este artículo fue publicado en The Independent, pero fue contestado, y luego el artículo fue usado por el Tribune sin las contestaciones.

Cada argumento del artículo es fraudulento. 

El mito dominante de la agricultura industrial es que produce más alimentos y que ahorra en cuanto al uso de la tierra cultivable. Sin embargo, mientras más se difunde la agricultura industrial, más hambre hay en el mundo. Y mientras más se difunde la agricultura industrial, más tierra se utiliza para sus cultivos.

El caso contra la agricultura industrial

La productividad en la agroindustria se mide en términos de "rendimiento" por acre, no midiendo la producción global. Y lo único que se tiene en cuenta es el trabajo, que es abundante, y no los recursos naturales, que son escasos. 

Un sistema de agricultura destructivo de los recursos y que produce hambre no ahorra en el uso de tierra, sino que demanda más tierra. Por ello la agroindustria está impulsando una apropiación masiva de las tierras del planeta, para convertirlas en cultivables. Está llevando a la deforestación de los bosques nativos del Amazonas para plantar soya, y de Indonesia, para el aceite de palma. Y está alimentando la apropiación de tierras en África, desplazando a los pastores y campesinos.

De acuerdo a la Conferencia Técnica Internacional sobre Recursos Fitogenéticos de la FAO, celebrada en Leipzig (1995), la agroindustria es responsable de un 75% de pérdida de biodiversidad, un 75% en la destrucción del agua, un 75% de la degradación de los suelos y un 40% de la emisión de los gases de efecto invernadero. Es una carga demasiado pesada para el planeta. Así como el suicidio de 270.000 agricultores, desde 1997 en India, es una carga demasiado pesada para los campesinos.

Los tóxicos y venenos químicos usados en la agricultura están creando una carga para la salud de la sociedad. Recordemos Bhopal, las víctimas del endosulfán en Kerala, o tren del cáncer en Punjab.

El próximo informe Navdanya "Veneno en nuestra comida" (Poisons in our Food) es una síntesis de todos los estudios sobre la carga de morbilidad de los pesticidas que se utilizan en la agroindustria, pero no en la agricultura ecológica.

La agroindustria es un sistema ineficiente y derrochador, que utiliza muchos químicos, combustibles fósiles y capital. Destruye la naturaleza, por un lado, y el capital social por otro, mediante el desplazamiento de los pequeños agricultores y provocando la destrucción de la salud. Según David Pimentel, profesor de ciencias de la ecología y la agricultura en la Universidad de Cornell, se utilizan hasta 10 unidades de energía para producir 1 unidad de energía en forma de alimentos.

Esta pérdida se amplifica por 10 cuando los animales son encerrados en granjas y alimentados con grano, en vez de la crianza ecológica que los alimenta con pastos. Rob Jonston celebra estas prisiones animales como eficientes, ignorando el hecho de que se gastan 7 kilos de cereales para producir 1 kilo de carne de vaca, 4 kilos de grano para producir 1 kilo de carne de cerdo y 2,4 kilos de cereales para producir 1 kilo de carne de pollo.

El desvío de cereales para la alimentación del ganado es el mayor productor de hambre en el mundo. Y los acres "sombra" para producir este grano nunca se cuentan. Europa utiliza 7 veces al área fuera de Europa para producir comida para su ganado.

Los pequeños agricultores del mundo proveen de un 70% de los alimentos, sin embargo, están siendo destruidos en nombre de sus "bajos rendimientos". Un 88% de los alimentos se consumen dentro de la misma eco-región o país donde éstos se cultivaron.

La industrialización y la globalización son la excepción, no la norma. Y donde la industrialización no ha destruído las granjas ni las economías alimentarias locales, la biodiversidad y los alimentos llevan el sustento a las personas. La biodiversidad de la agricultura está siendo mantenida por los pequeños agricultores.

Como dice el informe ETC "¿Quién nos alimentará?" (Who Will Feed Us), "Los campesinos crían 40 especies de ganado y casi 8.000 razas de ganado. También reproducen 5.000 cultivos domesticados y han donado más de 1.9 millones de variedades de plantas a los bancos genéticos mundiales". 

"Los pescadores artesanales cosechan más de 15.000 especies acuáticas. El trabajo de los campesinos y pastores para mantener la fertilidad del suelo es 18 veces más valiosa que los fertilizantes sintéticos proporcionados por las siete corporaciones más grandes."

Cuando este sistema de biodiversidad que enriquece el sistema alimentario es reemplazado por los monocultivos industriales, cuando los alimentos se transforman en mercancías, el resultado es el hambre y la desnutrición. De los 6,6 mil millones de habitantes del mundo, mil millones no tiene suficiente alimentación, otros mil millones obtienen las suficientes calorías pero no la suficiente nutrición, especialmente los micronutrientes. Otro 1,3 mil millones son obesos y sufren desnutrición por estar condenados a la ingesta de alimentos procesados, que son baratos, ricos en calorías y pobres en nutrientes.

La mitad de la población mundial es víctima del hambre estructural y de la injusticia estructural en el sistema alimentario dominante. Hemos sufrido hambre en el pasado, pero era causada por factores externos -guerras o desastres naturales. Esas hambrunas están localizadas en el tiempo y en el espacio.

Pero el hambre de hoy es permanente y global. Es hambre por diseño. Esto no significa que los que diseñan los sistemas alimentarios contemporáneos pretendan crear el hambre. Significa que la creación del hambre está intregada en el diseño corporativo de la producción industrial y la distribución globalizada de alimentos.

Una serie de informes mediáticos han cubierto un estudio liderado por Bravata, afiliado al Standford's Centre for Health Policy, y Crystal Smith-Spangler, MD, MS, y profesora en la escuela Division of General Medicina Disciplines y médico investigadora en la VA Palo Alto Health Care System, que llevó a cabo el más completo meta-análisis de los datos existentes sobre estudios que comparan los alimentos orgánicos y convencionales

Ellos no encontraron evidencias sólidas de que los alimentos orgánicos sean más nutritivos o lleven menos riesgos a la salud que las alternativas convencionales, aunque el consumo de alimentos orgánicos puede reducir el riesgo de exposición a los pesticidas.

Este estudio no puede ser llamado "el más completo meta-análisis"; los investigadores seleccionaron entre miles de estudios e identificaron 237 de los más relevantes para analizarlos. Esto ya expone el sesgo. El mayor meta-análisis sobre alimentación y agricultura ha sido elaborado por las Naciones Unidas, la Evaluación Internacional del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el desarrollo agrícola (IAASTD, por sus siglas en inglés).

Cuatrocientos científicos de todo el mundo trabajaron durante cuatro años para analizar todas las publicaciones sobre diferentes enfoques de la agricultura, y concluyeron que la agricultura química industrial ya no es una opción, sino sólo la ecológica.

Sin embargo, el equipo de Stanford presentó su estudio como el más completo, afirmando que no hay beneficios para la salud derivados de la agricultura orgánica, a pesar de que no hubo estudios a largo plazo de la salud de las personas que consumen alimentos orgánicos versus quienes consumen alimentos convencionales; la duración de los estudios con sujetos humanos varió desde dos días a dos años.  

Dos días no hacen un estudio científico. No hay impacto que pueda medirse en un estudio de dos días. Esto es basura científica presentado como ciencia.

Uno de los principios sobre alimentación y salud es que nuestra comida es tan saludable como el suelo en que ha crecido. Y este suelo es tan deficiente como los suelos a los que transforma la agricultura química industrial. 

La agroindustria química crea hambre y malnutrición por robar nutrientes a los cultivos. La comida producida industrialmente es una masa vacía, cargada de químicos y toxinas. La nutrición de los alimentos proviene de los nutrientes en el suelo. 

La agricultura industrial, basada en la mentalidad de los fertilizantes basados en hidrógeno sintético, fósforo y potasio (NPK por las siglas de estos elementos en inglés) conducen a un agotamiento de los micronutrientes esenciales y oligoelementos tales como el magnesio, zinc, calcio y hierro.

David Thomas, un geólogo convertido en nutricionista, descubrió que entre 1940 y 1991, los vegetales han perdido en promedio un 24% de magnesio, 46% del calcio, 27% del hierro y no menos del 76% del cobre (Ref.: Thomas, D.: "A study on the mineral depletion of the food available to us as nation over the period 1940 to 1991", Nutrition and Health, 2003; 17(2): 85-115).

Las zanahorias han perdido un 75% de su calcio, 46% del hierro y 75% del cobre. Las patatas (papas) han perdido un 30% de magnesio, 35% de calcio, 45% de hierro y 47% de cobre.

Para conseguir la misma cantidad de nutrientes, la gente necesita comer mucha más comida. El aumento del "rendimiento" de masa vacía no se traduce en mayor nutrición. De hecho, está conduciendo a la desnutrición.

El IAASTD reconoce que a través de un enfoque agro-ecológico "los agrosistemas incluso de las sociedades más pobres tienen el potencial a través de la agricultura ecológica y el Manejo Integrado de Plagas (IPM por sus siglas en inglés), para cumplir y/o exceder significativamente los rendimientos producidos por los métodos convencionales, reduciendo la demanda de conversión de tierras para la agricultura, la restauración de los servicios del ecosistema (particularmente el agua), reducir el uso y la necesidad de fertilizantes sintéticos derivados de los combustibles fósiles, y el uso de insecticidas y herbicidas agresivos."

Nuestros 25 años de experiencia en Navdanya muestran que la agricultura ecológica y orgánica es la única manera de producir alimentos sin dañar el planeta ni la salud de las personas. Esta es una tendencia que va en crecimiento, no importa cuántas historias pseudocientíficas se publiquen en los medios de comunicación por la industria.

Fuente: Al Jazeera. Fuente imagenes: Palabra de MujerAntkriz, ETC Group, Braden Gunem.