22 Feb 2012

El mito de la carne y la ganadería "ecológica"

Por Fabiola

Desde la revolución verde de los años '50, los animales han sido sacados de la escena bucólica para ser encerrados en la granja de producción intensiva. Esto se ha transformado en uno de los más grandes holocaustos de seres vivos en todo el planeta para abastecer una industria en crecimiento permanente debido a la alta demanda de carne y proteínas de origen animal. Frente a esto, muchas empresas que se dedican a la explotación animal han desarrollado una serie de términos para etiquetar sus productos y hacer creer a los consumidores que éstos han sido obtenidos de manera "humanitaria". En un esfuerzo estratégico por tomar ventaja de las "buenas intenciones" y/o la "mala conciencia" de los consumidores, las empresas nos aturden con mensajes contradictorios de la realidad que viven los animales. Es así como vemos al pollo feliz picoteando el pasto, o bajo el reclamo "alimentado con maíz", en imágenes a la usanza de la granja tradicional: pero lo que sucede en realidad, es que los animales que son utilizados, criados y asesinados por obtener estos productos sufren los mismos tormentos, vejaciones y malos tratos que los de la carne "normal". Después de todo, siempre serán animales criados para comida. Nada más que eso.

Los animales, independientemente de la alimentación y "las medidas de bienestar que garantizan su cuidado" son igualmente separados de sus madres al poco tiempo de nacer, engordados y llevados a los mismos mataderos convencionales, viajando largas distancias y siendo sometidos al mismo cuchillo y métodos diseñados para perseguir la eficiencia, no para dar una muerte "dulce" o "humanitaria" a los animales.

La investigación que Igualdad Animal llevó a cabo en la granja Harling (Norfolk, UK) hace un par de semanas es un caso típico del día a día en muchas explotaciones animales. La granja, calificada oficialmente como granja de "Calidad Asegurada" y asociada al sello "Red Tractor", que avala el cumplimiento de más de 130 normas relativas a la cría de cerdos y a su cuidado en todas las etapas, poniendo especial atención a la vigilancia de la salud y a las condiciones de vida de estos animales. Aquí pueden ver las prácticas de esta granja humanitaria:

Algunos dirán que estas imágenes son sólo casos aislados, que otras granjas procuran tratar bien a sus animales. Pero recientes nuevas investigaciones (como la de la Granja Escobar en Valencia, España), revelan iguales -y en este caso, peores- condiciones de maltrato y crueldad con los animales. Pero es que los términos "buen trato" y "explotación ganadera" son contradictorios en sí mismos, especialmente cuando hablamos de granjas "ecológicas". Muchos consumidores creen que los términos "ecológico", "humanitario", "sello de calidad en bienestar animal" son sinónimos de "libre de maltrato". Pero esta es precisamente la cuestión. Estos términos -y otros similares como "criado al aire libre", "alimentado naturalmente", etc.- son términos que ni están bien definidos ni bien regulados. Con respecto, por ejemplo, a los huevos conseguidos de gallinas "no estabuladas" o "no enjauladas", las gallinas siguen viviendo en el estrés y el miedo asociados al manejo, transporte y matanza. Viajan largas distancias hasta el matadero, deprivadas de agua o comida, hacinadas y maltratadas. Los pollos macho de la industria del huevo, a la que no sirven y por lo tanto se convierten en desechos y basura, son sofocados o enterrados/quemados vivos tras la selección de sexo. El término "orgánico" se refiere sólo al tipo de alimentación que reciben los animales, que está libre de pesticidas, antibióticos u hormonas de crecimiento.

Las certificaciones, de cualquier tipo, no sirven para mucho pues no establecen requisitos significativos para el bienestar de los animales. Y aún si lo fueran, no toman en cuenta un hecho básico: que la industria de la alimentación continuará, igualmente, tratando a los animales como cosas, pues no son más que instrumentos. Los animales criados bajo los estándares de "bienestar" son susceptibles de sufrir dolor, estrés, miedo, maltratos físicos y psicológicos, como cualquier otro animal. Un hecho básico que nos debe hacer pensar en esto es que si todo lo que se hace a los animales de granja se hiciera a los perros y gatos con los que convivimos, seguro estas prácticas serían ilegales. Suscitarían escándalo público y serían rápidamente abolidas.

Los productores de carne, los explotadores de animales, saben que bien de fondo existe una resignación, una suerte de mala conciencia que a todos nos toca por tener que matar animales para alimentarnos. También saben que el público va, poco a poco, preocupándose por la crueldad de los métodos de crianza, transporte y matanza de los animales usados como alimento. Y creen que pueden superar exitosamente esta preocupación creando etiquetados y certificaciones "simbólicas" ilustradas con fotos de animales felices. Al final, todos los animales criados para comida son asesinados cuando alcanzan su máximo aprovechable. Ya quieran vendernos la imagen del animal feliz y las vacas gozosas, esas imágenes sólo son trampas para engañar al público, satisfaciendo sus buenas intenciones y haciéndoles pensar que no hay nada de malo en continuar consumiendo carne siempre y cuando los animales sean bien tratados. Pero ya vemos que el buen trato nunca será posible mientras los animales sigan siendo considerados objetos.

El único camino para finalizar estas mentiras es optar por una alimentación basada en productos y proteínas vegetales. No es nada complejo, es saludable y muy fácil: www.haztevegetariano.org.

Fuentes: Food Empowerment Project, Igualdad Animal, Hazte Vegetariano. Fuente imágenes: About Animal Rights (Matt Cardy, Getty Images), No Shit Meat, SAF baby.